Introducción a
la doctrina de la obediencia activa y pasiva de Cristo del Comité de educación Cristiana
de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa en respuesta a la Vision Federal. Esta introducción
pone las bases de lo que se entiende como justificación en la teología reformada.
Más adelante publicaré lo que es la obediencia pasiva y activa de Cristo. Recomendado como lectura teológica para estudiantes de la Reforma e interesados.
D. La perfecta
obediencia de Cristo
D.1. Introducción.
En las secciones
anteriores se han discutido cuestiones que, si permanecen solas, serían
enteramente malas noticias. Dios demanda perfecta obediencia a su ley, sin
embargo, ninguna persona es capaz de obedecer debido a la innata corrupción
moral.
La buena noticia
del Evangelio, sin embargo, anuncia que Dios, en Cristo, ha hecho por nosotros
lo que no podíamos hacer por nosotros mismos. El Señor Jesucristo, como la
encarnación del Dios-Hombre, ha soportado tanto la maldición de nuestro pecado
y ha obedecido a la perfección los requisitos de la ley.
Estas dos
verdades corresponden al tradicional lenguaje teológico de Cristo: la obediencia
"pasiva" y "activa". En Ga 4, 4 Pablo escribe que Cristo
fue "nacido bajo la ley." Esta declaración indica, con maravillosa brevedad,
lo que implicaba la obra redentora de Cristo. Decir que Cristo se convirtió
"bajo la ley" llama la atención, pues estar "bajo la ley"
es precisamente el estado del que hemos sido redimidos y al cual Pablo advierte
que nunca debemos regresar (Gal 4:21; Romanos 6: 14-15).
¿En qué
condición pone eso a Cristo? En primer lugar, pone a Cristo bajo la maldición
de la ley, que culminó en su crucifixión. Estar bajo la ley implica una
maldición para Cristo, porque él estaba en el lugar de los pecadores, cuyo
fracaso de obedecer toda la ley trajo maldición (Gal 3:10, 13).
Además, sin
embargo, estar "bajo la ley" significa que para vivir hay que cumplir
la ley (Gal 3,12); esto significa que el hombre es justificado de acuerdo con
la obligación de realizar toda la ley (Gal 5: 3-4).
Para ser
justificado y vivir, entonces, Cristo tuvo que rendir obediencia positiva a las
demandas de la ley. El hecho de que fue justificado y vive en la gloria eterna
indica que Cristo, de hecho, cumplió la ley perfectamente. Y esto lo hizo por
nuestra redención (Ga 4, 5).
La relación
entre la obediencia activa y pasiva de Cristo no debe ser mal interpretada. La vida de Cristo
no se divide en un período de obediencia activa seguida por un período de
obediencia pasiva. Más bien, Cristo obedeció positivamente los preceptos de la
ley desde el principio de su vida hasta su final, y soportó la maldición de la
ley de principio a fin. Por otra parte, los términos "activos" y
"pasivos" no deben ser tomados como antónimos, como si Cristo era
"pasivo", es decir inactivo, como simplemente dejó que los acontecimientos
le sucedieran a él. Al contrario, Cristo fue "activo", incluso en su
ocaso a la muerte (Juan 10:18).
El término "pasivo"
debe ser tomado en el sentido de la palabra en Latin, passus de donde nuestra palabra en Inglés se deriva:
la obediencia
pasiva de Cristo es su sufrimiento obediente.
Muchos intentos
recientes para revisar la doctrina de la justificación han cuestionado estas
verdades.
Los proponentes de la Visión Federal (VF) normalmente han reafirmado la doctrina de la
obediencia pasiva de Cristo, el llevar el castigo por el pecado humano. Algunos
defensores de la Nueva Perspectiva de Pablo (NPP), sin embargo, han sido menos
que claros en su afirmación, incluso de este punto.
Lo que es cierto
es que la mayoría de las personas asociadas con la VF y la NPP parecen
compartir una antipatía común hacia la doctrina de la obediencia activa de
Cristo. Entre los escritores de la NPP, por ejemplo, N. T. Wright ha hecho sus
objeciones claras. Y algunos dentro de la VF y otros círculos reformados, como
Rich Lusk, James Jordan, Norman Shepherd, y Andrew Sandlin, han criticado esta
doctrina. Estos autores afirman la obediencia activa sólo en el sentido de que
la vida sin pecado de Cristo y adherencia a la ley lo califica para ser el
sacrificio sin mancha por el pecado.
A la luz de
estos desafíos contemporáneos, la iglesia debe reafirmar su compromiso tanto
con la obediencia pasiva y activa de Cristo, que fue hecho bajo la ley para
nuestra salvación. El llevar la
maldición de la ley realmente satisfizo
la justicia divina como castigo por nuestro pecado y su obediencia
cumplió los requisitos de la ley de verdad como mérito para nuestra aceptación
ante Dios.
"Este oficio [de mediador y fiador] el Señor Jesús de muy buena gana se comprometió;
el cual pudo desempeñar, fue hecho bajo la ley, y lo cumplió perfectamente.... El
Señor Jesús, por su perfecta obediencia y sacrificio de sí mismo, el cual, por
medio del Espíritu eterno, ofreció una vez para Dios ha satisfecho plenamente
la justicia de su Padre; y comprado, no sólo la reconciliación, pero también
una herencia eterna en el reino de los cielos."(WCF 8,4-5)
Los teólogos
Reformados y los estándares Confesionales desde Calvino hasta nuestros días han
profesado esta doctrina como elemento central del evangelio.
Trad. Caesar Arevalo
REFERENCIAS
-Reporte del Comité
sobre la Educación Cristiana de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa http://opc.org/GA/justification.pdf
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